lunes, 7 de mayo de 2018

La historia le restituye la honra al heróico Cardenal Mindszenty

Hungría: Rehabilitación completa del Cardenal Mindszenty

El sitio web de la archidiócesis de Esztergom-Budapest informó de la plena rehabilitación legal, moral y política del cardenal Jozsef Mindszenty. El proceso de rehabilitación del Siervo de Dios, el cardenal Mindszenty, se concluyó oficialmente por solicitud de su sucesor, el cardenal Péter Erdő, por orden del Fiscal General.
A finales de 1989, el Fiscal General había ordenado la revisión del proceso N º IX. 254/1949, instruido por el Tribunal Popular de Budapest contra el Cardenal József Mindszenty, que lo acusó de alta traición. Mediante la Ley N º XXVI. de 1990, el Parlamento ordenó la reparación de dicho proceso‒farsa y, por lo tanto, de la condenación ilegítima.
La ordenanza actual concluye oficialmente el proceso de revisión y, al mismo tiempo que declara la plena rehabilitación legal, moral y política del cardenal József Mindszenty.
El Cardenal Péter Erdő, afirmó que este es “el fin de una larga historia, llena de sufrimiento”, que “contribuirá al conocimiento de la verdad de nuestro pasado, a la restauración espiritual y a la elevación la moral de nuestro pueblo.” “Esta decisión –concluyó el purpurado‒ demuestra claramente que nuestra legislación ha roto con la pesada herencia de los juicios‒farsa y se compromete seriamente con hacer valer las exigencias fundamentales y humanas de la justicia”.
Fuente: Radio Vaticano, el Martes, 27 de marzo 2012
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El Cardenal Péter Erdő hace referencia a los sufrimientos que tuvo que enfrentar el Cardenal Mindszenty. Para que los lectores se hagan una idea de la magnitud de los sufrimientos que enfrentó este héroe de la Fe, les ofrecemos la traducción de un artículo del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira.

La gloria, la alegría, la honra …

“El buen pastor da su vida por sus ovejas” (Juan 10, 11).
En estos días tristes, marcados por su destitución del arzobispo de Esztergom, el Cardenal Mindszenty, una vez más demostró que es un buen pastor, representante genuino e íntegro del Buen Pastor por excelencia. Para luchar contra el comunismo, que redujo a la miseria material y espiritual a sus ovejas, el Cardenal magyar acaba de sufrir el último sacrificio. Y tal vez el más doloroso.
Este año se conmemora el 25 aniversario de su encarcelamiento por los comunistas. Se tornó famosa la fotografía que lo muestra en el banco de los reos, con la mirada aterrada pero con la resolución inquebrantable de cumplir con su deber hasta el final. El mundo entero vio esta foto, y se estremeció de horror y admiración. Luego vino el intermezzo rápido de la sublevación anticomunista. Y entonces comenzó para Mons. Mindszenty el largo cautiverio en la embajada de EE.UU. Cautiverio en el que – ¡oh misterio! – le estaba prohibido el contacto hasta con los habitantes del edificio. Pero, como columna solitaria en medio de las ruinas de su patria, Mons. Mindszenty permanecía de pie, continuando con su conducta las grandezas religiosas y nacionales del reino de San Esteban, y preparando, con su ejemplo, la resurrección de su pueblo.
Consolaba, al menos al Purpurado el apoyo valiente, firme, continuo de Pío XII. Y, por supuesto, se sabía objeto de la admiración de la Cristiandad. Con una base tan firme, la columna altanera enfrentaba ilesa, a lo largo de los años, las tormentas y los soles.
La magnitud del sufrimiento que le era pedido por la Providencia parecía llena. Su holocausto se terminaría en esa trágica soledad, en esa admiración universal.
Pero había todavía algo más que dar. El buen pastor da todo. Da su propia vida. Siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor “como amase a los suyos, los amó hasta el fin” (Juan 13:1).
Era necesario que alrededor de la columna grandiosa bajara el ocaso de la admiración, y su base sufriera los más grandes golpes.
Muerto Pío XII, la tendencia a colaborar con el comunismo en amplios sectores católicos fue borrando la admiración por el gran Cardenal. Finalmente, desde el trono de San Pedro se le pidió que renunciara al grandioso aislamiento de una Hungría en ruinas y aceptara la trivialidad de un cómodo exilio. El gran Cardenal obedeció. Nunca la voz de Pedro se mostró más poderosa al poner de rodillas al varón altanero, a quien la presión conjunta de Moscú y Washington no consiguió doblar.

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