sábado, 9 de febrero de 2019

¡Divino Niño Jesús de la Cruz del Pichincha, para que venga Tu Reino, venga el Reino de María Santísima de El Buen Suceso!

Dadnos oh Virgen Pura ¡FE, PUREZA Y BRAVURA!


Acabadas las festividades del pasado 2 de febrero,  que dedicamos a honrar a la Santísima Virgen en su advocación  de El Buen Suceso, sentimos que una protección especial de Nuestra Señora se extiende sobre todos los fieles, y la alegría que brilla en nuestros templos e ilumina nuestros corazones, expresa la universal certeza de los católicos de que el indispensable patrocinio de nuestra Madre celestial se vuelve en este día aún más solícito, más amoroso, más pleno de visible misericordia y accesible condescendencia.


Después de cada 2 de febrero algo queda, si hubiésemos pedido la gracia de vivir convenientemente ese día y los 9 días preparatorios, especialmente consagrados a la Santísima Virgen de El Buen Suceso. Lo que nos queda es una mayor devoción, una confianza más especial, y, por así decir, una intimidad más acentuada con Nuestra Señora, de tal manera que en todas las vicisitudes de la vida sabremos pedir con más respetuosa insistencia, esperar con más invencible confianza, y agradecer con más humilde cariño todo el bien que Ella nos haga.

Procesión en honor a la Santísima Virgen de El Buen Suceso, el 2 de Febrero del 2019 a las 6 de la mañana en la parroquia Santo Tomas Apóstol, Guayaquil - Ecuador
Nuestra Señora es la Reina del Cielo y de la Tierra, y al mismo tiempo nuestra Madre. Con esta convicción entramos siempre en la celebración del culto de nuestra veneración hacia Ella y tal convicción se ahonda cada vez más en nosotros, lanza claridades y fortaleza siempre mayores, cuando este día termina. El 2 de Febrero nos enseña a amar a María Santísima por su propia gloria, por todo cuanto Ella representa en los planes de la Providencia. Y nos enseña también a vivir de modo más constante nuestra vida de unión filial a María.

Los hijos nunca se sienten más seguros de la vigilancia amorosa de sus madres como cuando sufren. Hoy en día sufre la humanidad entera. Y no sólo todos los pueblos sufren, sino que casi se podría decir que sufren de todos los modos que pueden sufrir. Las inteligencias son barridas por el vendaval de la impiedad y del escepticismo. Ráfagas locas de mesianismos de todo orden devastan los espíritus. Ideas nebulosas, confusas, audaces se infiltran en todos los ambientes, y arrastran consigo no sólo a los malos y a los tibios, sino, a veces, hasta a aquellos de quienes se esperaría mayor constancia en la Fe.

Procesión en honor a la Santísima Virgen de El Buen Suceso, el 2 de febrero del 2019 a las 9 de la mañana, en el monasterio de la Inmaculada Concepción de milagro - Ecuador
Sufren las voluntades obstinadamente entregadas al cumplimiento del deber, con todas las contrariedades que les vienen por su fidelidad a la Ley de Cristo. Sufren los que transgreden esa Ley, pues lejos de Cristo todo placer no es, en el fondo, sino amargura, y toda alegría una mentira. Sufren los corazones, dilacerados por los horrores de los conflictos que se expanden, de las familias que se disuelven, de las luchas que arman por todas partes hermanos contra hermanos. Sufren los cuerpos, diezmados por la violencia, extenuados por el trabajo, minados por la enfermedad, abrumados por todo tipo de necesidades.

Procesión en honor a la Santísima Virgen de El Buen Suceso y por el aniversario de Radio la  Voz de María, el 2 de febrero del 2019 a las 11 de la mañana, en la ciudadela Bolivariana Guayaquil- Ecuador
Puede decirse que el mundo contemporáneo, de manera semejante al del tiempo en que Nuestro Señor nació en Belén, llena los aires de un gran y clamoroso gemido, que es el gemido de los malos que viven lejos de Dios, y de los justos que viven atormentados por los malos.

Cuanto más sombrías se vuelvan las circunstancias, cuanto más lacerantes los dolores de toda especie, tanto más debemos pedir a Nuestra Señora que ponga término a tanto sufrimiento; no sólo para hacer cesar así nuestro dolor, sino para mayor provecho de nuestras almas. Dice la Sagrada Teología que la oración de Nuestra Señora anticipó el momento en que el mundo debería ser redimido por el Mesías. En este momento lleno de angustias volvamos confiados nuestros ojos a la Santísima Virgen, pidiéndole que apresure el gran momento esperado por todos, en que un nuevo Pentecostés abra claridades de luz y de esperanzas en estas tinieblas, y restaure por todas partes el Reinado de Nuestro Señor Jesucristo.


Debemos ser como Daniel, de quien dice la Escritura que era desideriorum vir, “varón de deseos” (Dan. 10, 11), esto es, hombre que deseaba grandes y muchas cosas. Para la gloria de Dios, deseemos grandes y muchas cosas. Pidamos a Nuestra Señora mucho, y siempre. Y sobre todo debemos pedirle aquello que la Sagrada Escritura suplica a Dios: “Emitte Spiritum tuum et creabuntur, et renovabis faciem terrae” – Envía, Señor tu Espíritu y serán creadas las cosas, y renovaréis la faz de la Tierra (Ps. 103, 30). Debemos pedir, por la intercesión de Nuestra Señora, que Dios nos envíe nuevamente en abundancia el Espíritu Santo, para que las cosas sean nuevamente creadas, y purificada por una renovación la faz de la tierra.



¡No puedo hacer más por ti, para demostrarte mi Amor!
¡ Almas ingratas no me paguéis con desprecio, 
sacrilegios y blasfemias, tanto Amor y delicadezas 
de mi Corazón!
Dice Dante, en la Divina Comedia, que rezar sin el patrocinio de la Santísima Virgen es lo mismo que querer volar sin alas. Confiemos a Nuestra Señora este anhelo en que va todo nuestro corazón. Las manos de María serán para nuestra oración un par de alas purísimas por medio de las cuales llegará ciertamente al trono de Dios. (…)

Pidamos pues especialmente a la Santísima Virgen en su advocación del Buen Suceso y al Divino Niño Jesús de la Cruz del Pichicncha  que proteja a la familia ecuatoriana, especialmente en estos momentos difíciles para estas tierras consagradas al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de su Madre Santísima, en especial ante las tentativas de la implantación del nefando crimen del aborto, que quiere ser implantado vilmente en contra del querer del pueblo católico y sin lugar a dudas de todos los ecuatorianos, como ley de estado en nuestro país.

Adaptado – “Mes de María”, Plinio Corrêa de Oliveira, “Legionario”, 23 de Mayo de 1943

 

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