"De María nunquam satis"
De María nunca se dirá lo suficiente. Esta es una afirmación de San Bernardo, repetida por muchos mariólogos a lo largo de los siglos.
Por más que se
hable de la Santísima Virgen, esto jamás bastará, siempre habrá
maravillas para hablar de Ella. Son tantos y tan bellos los aspectos de
su grandeza y de sus sublimes virtudes, que nunca podrán agotarse las
reflexiones sobre Aquella que excede a todos los ángeles y santos.
Indiscutiblemente, es fundamental que esto sea así, pues Ella fue escogida para ser la más admirable de las meras criaturas, la obra maestra de la creación, y escogida para ser la digna Madre de Dios!
Indiscutiblemente, es fundamental que esto sea así, pues Ella fue escogida para ser la más admirable de las meras criaturas, la obra maestra de la creación, y escogida para ser la digna Madre de Dios!
En estos tiempos
de tecnologías y de frenesís ilimitados, existen algunas verdades
olvidadas (a veces, culpablemente olvidadas), incluso muchas de ellas
cercadas por impresionantes campañas de silencio, relegadas a los más
duros aislamientos y a los más crueles de los abandonos.
A un ostracismo
precisamente fue condenada la que sin lugar a dudas, representa la más
grandiosa manifestación de la Santísima Virgen en el continente
americano en los últimos siglos, bajo la Profética Advocación de Nuestra
Señora de El Buen Suceso.
Con motivo de celebrarse setenta y siete años del ¨Milagro del 41¨,
y con el propósito de realzar y de colocar en el sitio que se merece
tan inefable portento de la Reina de los Cielos, una reseña sobre el
mismo es lo que presentamos a continuación.
La Imagen de
Nuestra Señora de El Buen Suceso ha protegido el Convento de la
Inmaculada Concepción de Quito, en donde se encuentra a lo largo de los
siglos y ha sido instrumento de continuas gracias para la protección
del Ecuador y de sus habitantes.
Con su Báculo
Pastoral, quiso llamarse de esa forma para gobernarnos siempre con
buenos sucesos en todas las peticiones que le hiciéramos, tanto en el
orden espiritual como en el orden temporal, convirtiéndose sin ninguna
duda en la Soberana del Ecuador. Y con el fin de que su milagrosa Imagen
fuese conocida en todo el país y el mundo, la Santísima Virgen
realizaría el acontecimiento más extraordinario del siglo veinte en
estas tierras.
Había invadido el
Perú en el año de 1941, territorio ecuatoriano, y ante esta emergencia
el Arzobispo de Quito ordenó rezar Triduos en honor a las diversas
advocaciones de la Santísima Virgen en las diferentes iglesias de Quito
implorando el cese de hostilidades.
El 24 de Julio se
dio comienzo en la Iglesia de la Inmaculada Concepción al Triduo en
honor a Nuestra Señora de El Buen Suceso. Tres días después, el Ecuador
entero asistiría a la insigne predilección que por este país la Virgen
ostenta.
A partir
de las siete de la mañana del domingo 27 de Julio de 1941, la imagen
abrió y cerró sus ojos continuamente, su rostro tomó primeramente un
color rojizo, luego otro similar al mármol. Una especie de neblina
cubría la imagen y luego de desaparecer, dejaría verla en medio de un resplandor sobrenatural.
Sus ojos
que en posición normal los tiene hacia abajo, los levantaría poco a
poco hasta quedar mirando al Cielo en actitud de súplica y posarlos
luego repetidamente sobre los fieles.
Al día siguiente y en primera plana de los principales diarios ecuatorianos se noticiaba el maravilloso portento: Diario El Comercio, de Quito, del Lunes 28 de Julio de 1941 |
Al correrse la noticia, miles de fieles invadieron el templo para maravillados, contemplar tan grande portento, quedando los acontecimientos internacionales de enorme magnitud relegados a segundo plano.
Los maternales
parpadeos de la Sagrada Imagen se darían durante todo aquel bendito día y
durarían hasta las tres de la madrugada del siguiente. A las diez de la
mañana del mismo día 27 se verificaba lo que luego se llamaría “el Milagro del 41” siendo presenciado por treinta mil personas. En la tarde
del mismo día, los diarios anunciaban el cese de hostilidades del Perú
contra nuestra Patria
El día 28 de Julio y
durante algunos días posteriores, las noticias relatando el maravilloso
acontecimiento aparecían en los diversos diarios del territorio
ecuatoriano. Así:
Diario El Comercio, 28-29 de Julio, y 2 Agosto/1941
Diario El Universo, 28 de Julio de 1941
Diario El Telégrafo, 28 de Julio de 1941
Diario Ultimas Noticias, 28 de Julio de 1941
Diario El Debate (Vespertino) 27, 28, 29 Julio/1941
Diario la Sociedad, 3 de Agosto de 1941
Diario la Voz Obrera, 10 de Agosto de 1941
Diario La Voz Católica de Loja, 5 y 12 de Octubre de 1941
“Esta devoción
será el pararrayo colocado entre la Justicia Divina y el mundo
prevaricador, para impedir que se descargue sobre esta tierra culpable
el formidable castigo que merece”.
Delante del
castigo provocado por los pecados del mundo actual y para obtener la
conversión de los hombres y ayudarnos a caminar en medio de las
hecatombes que tan gravemente nos amenazan ¿qué podemos hacer? Nuestra
Señora nos lo indica: el aumento en el fervor en la devoción a Ella, la
oración, la penitencia”.
El Comercio, Quito, Martes 29 de Julio de 1941 |
Pasaron setenta
y siete años desde que Nuestra Señora de El Buen Suceso dispensara sus
misericordias de manera tan maravillosa, apartando del panorama
internacional el peligro de la guerra. No obstante en el Ecuador, - y
evidentemente en todo el mundo - no se dio otra cosa sino la acentuación
pavorosa de la impenitencia y de la apostasía, lo que conduce a temer
que el castigo divino se vaya haciendo cada vez más inevitable.
Hoy, el mundo
entero gime en las tinieblas y en el dolor, precisamente como el hijo
pródigo cuando llegó a lo último de la vergüenza y de la miseria, lejos
del hogar paterno.
La equiparación
gradual de los sexos rumbo a la igualdad absoluta y el libertinaje
completo. La aceptación de la más agresiva pornografía en la TV, en los
diarios, revistas, cines, teatros, internet; el uso de trajes
extravagantes tanto por hombres y mujeres; las prácticas contra la
finalidad del sacramento del matrimonio, y la matanza de los inocentes;
la legalización del divorcio y de las uniones homosexuales son hechos,
entre muchos otros, a la vista de cualquier persona en la vida
cotidiana, que levantan la interrogante: vivimos los días del inminente
triunfo de la iniquidad?
La vista de
tantos crímenes sugiere naturalmente la idea de la venganza divina, y
cuando miramos para este mundo pecador gimiendo en las torturas de mil
crisis y de mil angustias, y que a pesar de eso no se penitencia; cuando
consideramos los terribles progresos del neo paganismo que está en las
vísperas de ascender como gobierno de la humanidad entera; cuando
vemos por fin, la pusilanimidad, la imprevisión, la desunión de
aquellos que aún no se pasaron para el mal, nuestro espíritu se llena de
pavor en la previsión de las catástrofes que acumula sobre sí misma: los días de la impiedad están contados.
Si Dios dejase
actuar exclusivamente su justicia, cabe preguntarse si el mundo habría
llegado hasta el presente siglo. Pero como Dios no es solamente justo
sino también misericordioso, no se cerró aún para nosotros la puerta de
la salvación. Una humanidad perseverante en su impiedad tiene todo para
esperar de los rigores de Dios. Pero Dios que es infinitamente
misericordioso, no quiere la muerte de esta humanidad pecadora, pero sí
‘que ella se convierta y viva’. Y por esto su gracia procura
insistentemente a todos los hombres para que abandonen sus pésimos
caminos y vuelvan para el aprisco del Buen Pastor.
Si no hay catástrofe que no deba temer una humanidad impenitente, no hay misericordias que no pueda esperar una humanidad arrepentida. Y por tanto no es necesario que el arrepentimiento haya consumado su obra restauradora. Basta que el pecador aunque esté en el fondo del abismo, se vuelva hacia Dios con un simple comienzo de arrepentimiento eficaz, serio y profundo, que él encontrará inmediatamente el socorro de Dios que nunca se olvidó de él.
Estas dos imágenes esenciales de la justicia y de la misericordia divina deben ser constantemente puestas delante de los ojos del hombre contemporáneo. De la justicia, para que él no suponga temerariamente salvarse sin méritos. De la misericordia, para que no desespere de su salvación, desde que desee enmendarse.
E igual como en Quito en 1941, Nuestra Señora de El Buen Suceso ha alcanzado continuamente para nosotros los más estupendos milagros. ¿Tienen fin las misericordias de una Madre, y las de la mejor de las madres? ¿Quién osaría afirmarlo? Si alguien dudase, el Milagro del 41 le serviría de admirable lección de confianza. La Virgen nos ha de socorrer. En realidad Ella ya comenzó a socorrernos. En el mismo momento en que la impiedad parece triunfar hay algo de frustrado en su aparente victoria. Los días del dominio de la impiedad están contados. El Milagro del 41 nos invita a la confianza en María Santisima de El Buen Suceso.
Más allá de las tinieblas, y de los castigos, para los cuales caminamos, tenemos ante nosotros las claridades. Si, son las claridades sacrales de la aurora bendita del Reino de María:
Es una perspectiva grandiosa de universal victoria del Corazón regio y maternal de la Santísima Virgen. Es una promesa apaciguadora, atrayente y sobre todo majestuosa y que entusiasma.
Si no hay catástrofe que no deba temer una humanidad impenitente, no hay misericordias que no pueda esperar una humanidad arrepentida. Y por tanto no es necesario que el arrepentimiento haya consumado su obra restauradora. Basta que el pecador aunque esté en el fondo del abismo, se vuelva hacia Dios con un simple comienzo de arrepentimiento eficaz, serio y profundo, que él encontrará inmediatamente el socorro de Dios que nunca se olvidó de él.
Estas dos imágenes esenciales de la justicia y de la misericordia divina deben ser constantemente puestas delante de los ojos del hombre contemporáneo. De la justicia, para que él no suponga temerariamente salvarse sin méritos. De la misericordia, para que no desespere de su salvación, desde que desee enmendarse.
E igual como en Quito en 1941, Nuestra Señora de El Buen Suceso ha alcanzado continuamente para nosotros los más estupendos milagros. ¿Tienen fin las misericordias de una Madre, y las de la mejor de las madres? ¿Quién osaría afirmarlo? Si alguien dudase, el Milagro del 41 le serviría de admirable lección de confianza. La Virgen nos ha de socorrer. En realidad Ella ya comenzó a socorrernos. En el mismo momento en que la impiedad parece triunfar hay algo de frustrado en su aparente victoria. Los días del dominio de la impiedad están contados. El Milagro del 41 nos invita a la confianza en María Santisima de El Buen Suceso.
Más allá de las tinieblas, y de los castigos, para los cuales caminamos, tenemos ante nosotros las claridades. Si, son las claridades sacrales de la aurora bendita del Reino de María:
“Destronaré al
soberbio Satanás, encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin
libre a la Iglesia y a la Patria de esa cruel tiranía”.
Es una perspectiva grandiosa de universal victoria del Corazón regio y maternal de la Santísima Virgen. Es una promesa apaciguadora, atrayente y sobre todo majestuosa y que entusiasma.
Depois dizem que "Deus é brasileiro".... Deus, infelizmente, deve ter saído do Brasil como todo mundo, como inúmeras empresas que estão deixando o país.... se Deus fosse brasileiro, seria aqui que milagres aconteceriam através de Nossa Senhora Aparecida.... tem alguma coisa errada.... o Brasil deve ter renegado a Deus e à Virgem Maria de tal forma que o castigo está sendo impiedoso. Espero que a Mãe de todas as Misericórdias comece a olhar para cá também.
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