La Sociedad
Ecuatoriana Tradición y Acción pro Cultura Occidental, basada en los principios
de la legítima defensa integral de la familia, levanta su voz
EL
ABORTO: UN CRIMEN PÚBLICO NO UNA DECISIÓN PRIVADA ECUADOR DILE ¡NO! A LA
DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO
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La Revolución Cultural en Ecuador a favor de la muerte: aborto, drogas, contracepción, eutanasia, unión homosexual, la ideología de género, el relativismo moral y el ateísmo
Marcha
por la despenalización del aborto en Quito -
28 de Septiembre del 2018
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En efecto, los enunciados más
revolucionarios de ambas doctrinas, comunista y feminista, convergen y se
funden en la nueva teoría de género, la cual se propone realizar, ni más ni
menos, la meta ya proclamada en 1848 en el “Manifiesto Comunista” de Carlos
Marx y Federico Engels: “¡Abolición de la familia!”. El mismo Marx había
planteado, como estrategia para alcanzar esa meta, “criticar teóricamente y
revolucionar prácticamente” la familia; es decir, deshacerla, a fin de borrar
toda semejanza entre la sociedad terrena y el orden jerárquico puesto por Dios
en el universo, y de esa forma establecer un estado de cosas caótico, ateo y
anti-católico.
Se trata de una explicitación
gradual, siguiendo las etapas del proceso de descristianización que desde hace
siglos devasta el Occidente. Plinio Corrêa de Oliveira, en su obra magistral
Revolución y Contra-Revolución, describe que dicho proceso se inició con “una
explosión de orgullo y sensualidad que inspiró, no diríamos un sistema, sino
toda una cadena de sistemas ideológicos”.
Llevando esta metafísica
igualitaria y libertaria hasta extremos insospechados, la ideología feminista
de género aparece claramente a la vanguardia de la nueva etapa revolucionaria.
Más que una etapa, se trata de una nueva forma de revolución, desarrollada
sobre todo en el campo de las tendencias, antes de llegar al de las ideas o los
hechos políticos.
“Las muchas crisis que sacuden el
mundo actual —del Estado, de la familia, de la economía, de la cultura, etc.—
no constituyen sino múltiples aspectos de una sola crisis fundamental, que
tiene como campo de acción al propio hombre; en otros términos, estas crisis
tienen su raíz en los problemas de alma más profundos, de donde se extienden
hacia todos los aspectos de la personalidad del hombre contemporáneo y todas
sus actividades” (Cfr. “Revolución y Contra-Revolución”, Plinio Corrêa de
Oliveira, Parte. 1, Cap. 1, 1959).
Ser católico y favorable al aborto
son términos incompatibles, irreconciliables como la luz y las tinieblas, la
verdad y el error. No hay católico con derecho a decidir a favor del aborto.
La Iglesia Católica aplica la pena
de excomunión ipso facto, determinando que: “Quien procura el aborto, si este
se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (Canon 1398 del Código de
Derecho Canónico).
Si Ecuador oficializa la matanza de
los inocentes por la legalización del aborto, la gravedad del pecado aumentará,
pues pasará a ser un pecado colectivo; es decir, que Ecuador adoptaría como
nación una práctica criminal que clama a Dios por venganza. Con base en las
enseñanzas de San Agustín, las naciones —entes jurídicos— no irán al cielo ni
al infierno, sino que serán castigadas o premiadas en esta tierra según sus
obras.
El aborto es el resultado de un
homicidio voluntario, y tanto quien lo hace como quien lo legaliza atrae sobre
sí misma la maldición divina. San Agustín describe las alternativas de la
humanidad como dos ciudades: la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre, según
estén guiadas por el amor de Dios o por el amor egoísta humano. El derecho de
decidir sobre el propio cuerpo se fundamenta solo en el egoísmo humano, incapaz
de inmolarse por el hijo y ávido de satisfacer sus propias pasiones; en cambio,
los habitantes de la Ciudad de Dios no se mueven por el amor de sí mismos, sino
por dedicación a la voluntad del Creador.
Pero, por muy malo que sea todo
esto, aún no será lo peor.
El horrendo crimen del asesinato de inocentes, en
muchísimos casos, no roba a sus víctimas solo la vida terrena, sino también la
bienaventuranza eterna, ya que, por regla general, los abortados expiran antes
de haber recibido el Sacramento del Bautismo.
Activistas
de la marcha, profanando la Cruz de la plaza
de Santo Domingo – Centro
Histórico de Quito
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Ante este crimen nefando, nosotros los católicos, que para execrar el aborto voluntario tenemos los más graves motivos, ¿caeremos en los errores aberrantes de considerar como exagerada la censura a quienes practican el aborto y, luego, de permitir la «legitimación» del mismo, bajo la figura legal con la que se lo quiera llamar, para que termine siendo aprobado en nuestro país?
Esta triste posibilidad no involucra tan solo a los católicos, aun cuando es precisamente en la opinión católica en quién reside la fuerza de impacto del movimiento antiabortista.
Si los que ocupan los altos puestos
de dirección de los movimientos de reacción pública —y sumadas a ellos, las
grandes multitudes plácidamente silenciosas— no se mueven con toda la fuerza de
impacto contra el proyecto de ley del aborto, la pasividad de unos y otros
puede dar a los abortistas la esperanza de que el Ecuador acabará «absorbiendo»
dicha ley, que una mayoría parlamentaria socialista terminará imponiendo a la
nación.
A todos ellos se dirige la Sociedad Ecuatoriana Tradición y Acción, levantando su voz para alertar a los distraídos, orientar a los que dudan y persuadir a los que objetan el combate contra el aborto, a sabiendas de que la victoria de la legislación socialista en materia de aborto, como en otros temas regidos por los 6º y 9º mandamientos, será como volver a perpetrar en nuestros días la Crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo, en esta nación, consagrada a su Sacratísimo Corazón, y heredad escogida por la Santísima Virgen de El Buen Suceso.
Tradición y Acción, de modo
especial, está realizando una recolección de firmas que pretende, además de
reflejar su disconformidad, evitar que en el Ecuador sea finalmente aprobada la
ley del aborto; y convoca también a una cruzada de oraciones, delante del
Santísimo Sacramento y de las imágenes de la Virgen Santísima, para que de día
y noche se eleve sin fin la súplica afligida, ardiente, confiante y, por eso
mismo, ya victoriosa delante del trono de Dios. Súplica, sí, de que sea
apartado de Ecuador el flagelo del aborto.
En medio de los días funestos que
atraviesa la civilización católica en Ecuador, invoquemos a la Santísima
Virgen, como Madre de El Buen Suceso, para que apresure el camino de luz que
nos conduzca, a través de las tinieblas del tiempo presente, a su Divino y
Adorado Hijo y al triunfo del Inmaculado Corazón de María, anunciado por Ella
en Fátima.
Correo: tradicionyaccionec@gmail.com
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