“Ella guardaba todas las cosas y las meditaba en su corazón”
Lucas: (2,19)
¡Corazón Sapiencial e Inmaculado de María! ¡Haz tu Obra en Nosotros!
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Milagrosa Imagen de la Santísima Virgen de El Buen Suceso Quito - Ecuador |
María ha colaborado con
el Espíritu Santo a la obra de los siglos, es decir, la Encarnación del
Verbo. En consecuencia, Ella realizará
también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y educación
de los grandes santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a
Ella, porque sólo esta Virgen singular y milagrosa puede realizar en unión al Espíritu Santo, las cosas singulares y extraordinarias.
De lo que acabo de decir
se sigue evidentemente: En primer lugar, que María ha recibido de Dios un gran
dominio sobre las almas de los elegidos.
Efectivamente, no podía
fijar en ellos su morada, como el Padre le ha ordenado, ni formarlos,
alimentarlos, darlos a luz para la eternidad como madre suya, poseerlos como
propiedad personal, formarlos en Jesucristo y a Jesucristo en ello, echar en
sus corazones las raíces de sus virtudes y ser la compañera indisoluble del Espíritu
Santo para todas las obras de la gracia… No puede, repito, realizar todo esto,
si no tiene derecho ni dominio sobre sus almas por gracia singular del
Altísimo, que, habiéndole dado poder sobre su Hijo único y natural, se lo ha
comunicado también sobre sus hijos adoptivos, no sólo en cuanto al cuerpo lo
que sería poca cosa sino también en cuanto al alma.

Para los que le siguen,
Ella establece un dominio que ejerce de Corazón a corazón. El corazón es el
símbolo de la mentalidad, es decir el modo según el cual la persona ve y como quiere
las cosas.
¿Cómo el Sapiencial e Inmaculado
Corazón de María, torna efectiva esta autoridad jurídica e indiscutible sobre
el mundo? Por medio de su Corazón. Ella toca los corazones y hace que las
almas, recibiendo gracias muy abundantes, le sigan.
¿Cómo son esas gracias?
Es la gracia de comprender el Corazón de Ella. De conocer y amar su sabiduría y
la nota Inmaculada que existe en toda su persona. Por así decir, nos conquista
y nos encanta. Y de este modo se torna obedecida por nosotros.
De manera que su Corazón
es un cetro con el cual Ella gobierna a todos aquellos que le obedecen en el
mundo.
La fiesta de Nuestra
Señora Reina es, en gran medida, la fiesta de su Inmaculado Corazón, por eso
cabe bien que en esta fecha veneremos y demos culto al Inmaculado Corazón de
María.
¿De qué manera?
Diciéndole “Tornad mi corazón semejante al Vuestro”. Semejante no quiere decir
vagamente parecido, no. Quiere decir parecido en todo cuanto está en los
designios de la Providencia que se parezca.
Y así podemos pedirle:
“Madre mía, yo no soy lo bastante fuerte para darme a Vos: dominadme. Entrad en
mí con gracias tales, que yo prácticamente no resista. Esta puerta, Madre mía,
que yo por miseria no abro, derrumbadla. Yo espero detrás de ella con mi
sonrisa, mi reconocimiento y mi gratitud”.
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