
Tradición
y Acción pro Cultura Occidental, basada en los principios de la legítima
defensa integral de la familia levanta su voz de protesta
El Ecuador Católico está siendo objeto de un cambio de costumbres artificial y destructivo de los principios cristianos, ya que la mayor parte de las reformas normativas, los proyectos de ley, y las decisiones de las altas cortes que han sido elaborados últimamente, si bien tratan de asuntos muy diversos, tienen un denominador común: de uno u otro modo buscan producir un cambio en la mentalidad y en el comportamiento de los ecuatorianos.
Se trata de un total cambio
de paradigma, que se hace en nombre de los nuevos «dogmas» laicos de la
tolerancia y de la no discriminación, y que, si no reaccionamos a tiempo, acabará
demoliendo la institución de la familia en Ecuador.
Hoy nuestro país es blanco de la “ideología de género”, que quiere hacer del caos mental y del trastorno psicológico, nada menos que una bandera de lucha y un modelo a ser impuesto a toda la sociedad.
Es así como los promotores de esta perversa doctrina emplean el término
“género” para justificar depravadas desviaciones sexuales por medio de la mal llamada construcción, o
identidad, de género. El diccionario feminista Laroussa Ilustrada (sic) define la
identidad de género como un simple “sentimiento de pertenencia al género femenino
o masculino”. De este modo, haber
nacido varón o mujer es secundario; lo que importa es “sentirse” —es decir,
imaginarse veleidosamente— lo uno o lo otro; y ese fantasioso sentimiento puede
no coincidir con nuestro sexo biológico. Actualmente ya se ha perdido la cuenta
del número inventado de esos sentimientos (!!!). A todo momento nacen nuevas “identidades
sexuales” como fruto de un subjetivismo desbocado y desnaturalizado.
¿Ahora,
ecuatoriano, que diría usted si alguien indujera a un niño o adolescente de
su entorno familiar a “reconocerse” del sexo opuesto al que nació? ¿O si le
enseñara que siendo varón puede enamorar a otro varón, o siendo mujer, a otra
mujer? ¿O que instruyera a su hijo o hija menor de edad sobre pretendidos
“derechos sexuales y reproductivos” (eufemismo que engloba la noción de aborto
como “derecho”)?
Adelantándonos de
manera inequívoca a su opinión, osamos responder: ¡NO! ¡NO! ¡NO! Esto representa un abuso intolerable, una violencia moral, un atentado
contra la integridad de la familia y la autoridad de los padres, pero, sobre
todo, constituye una ofensa gravísima a Nuestro Señor Jesucristo, ya que esta
ideología representa una radical ruptura con el propio orden de la
naturaleza dado por Dios. No se trata solo de abolir las
diferencias de sexo, sino de acabar también con la identidad misma de todas las
especies de la tierra, las cuales ya no tendrían un orden orgánico jerárquico
dentro de la paz de Cristo en el Reino de Cristo, que marque todos los aspectos
de la sociedad y del Estado, al ser este reemplazado por un igualitarismo
irracional y absoluto. Esta deformada concepción de
la naturaleza humana es el fin último de la ideología comunista: “La anarquía
total”.
Sobre la cabeza
del pueblo ecuatoriano pende una espada que amenaza con herir de muerte la
institución de la familia — elevada a sacramento por Nuestro Señor Jesucristo — por efecto de los repudiables decretos
ejecutivos 393 y 460, que pretenden implantar las distorsiones ya mencionadas.
Por eso
ecuatorianos, les preguntamos: ¿Acaso no es lícito y hasta necesario defender
la familia como Dios la estableció? ¿Acaso tiene el estado derecho de quebrantar
la ley de Dios, quitando arbitrariamente el poder de los padres de educar a sus
hijos como Él manda? Es oportuno
observar aquí que lo que se perfila en el horizonte constituye una verdadera
supresión de la libertad religiosa, acompañada de una tácita, pero no por eso
menos real, proscripción de las Sagradas Escrituras (Antiguo y Nuevo
Testamentos) y el Catecismo católico, pues educar a los hijos en la observancia
de los preceptos morales en ellas contenidos —vinculantes por su misma
naturaleza— colocaría a los padres de familia en oposición a estas nuevas
leyes, haciéndolos pasibles de sanción penal, verdadera persecución. Dice el
apóstol Santiago: “Porque quien observa toda la Ley [los mandamientos], pero falta en un
solo precepto, se hace reo de todos” (Sant. 2, 10).
Él,
llamando a sí a un niño, le puso en medio de ellos, y dijo: En verdad os digo,
si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos. Pues el que se humillare hasta hacerse como un niño de éstos será el
más grande en el reino de los cielos, y el que por mí recibiere a un niño como
éste, a mí me recibe. Y al que escandalizase a uno de estos pequeñuelos que
creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de
asno y le arrojaran al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque
no puede menos de haber escándalos; pero ¡ay de aquel por quien viniere el
escándalo! (Mateo 18, 2-7).
En conformidad con
este pedido de Nuestro Señor, la Sociedad Ecuatoriana Tradición y Acción pro Cultura
Occidental tiene como finalidad defender los principios básicos de la sociedad
fundados en los valores tradicionales católicos de antaño, pues en el Ecuador nada
hay de más precioso que la Civilización Cristiana heredada de nuestros mayores.
La excelencia de esa civilización está magistralmente expuesta en el libro “Revolución y Contra-Revolución”, escrito por el
insigne pensador católico Plinio Corrêa de Oliveira. Pero preservar dichos
principios en nuestro país no es privativo de una institución sino un deber de
conciencia de todo ecuatoriano verdaderamente patriota y lucido de nuestra
realidad.
Por lo tanto, conscientes del
pensamiento y el sentir católico de la inmensa mayoría de nuestra población, pedimos
respetuosamente al Presidente de la República Lenín Moreno Garcés:
1. La derogación de los decretos ejecutivos No.
397 y 460 de 2018 y, en consecuencia, del Reglamento de la Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las
Mujeres, por constituir un auténtico “caballo de Troya” destinado a servir como un nuevo instrumento
para la ilegítima captura, por parte del Estado, de íntimos ámbitos de
conciencia y de libertad individual y, lo que es aún más grave, porque dicha
norma vulnera gravemente el justo orden social y uno de los tesoros más grandes
de la patria; a saber: la familia como entidad básica.
2. El compromiso del señor Presidente de la
República de vetar todo proyecto legislativo que menoscabe la protección de la
vida de los ecuatorianos desde su concepción, consagrada a nivel constitucional
(art. 45 C.E.), así como el compromiso de vetar todo proyecto legislativo que
tenga como móvil o como efecto la usurpación del derecho natural de los padres
de familia de criar a sus hijos de acuerdo con sus valores, tradiciones y
creencias (consagrado también a nivel constitucional, –arts. 26 y 29 C.E.).
3. Se garantice, mediante mecanismos idóneos basados en
los valores tradicionales cristianos heredados de nuestros mayores, la
participación efectiva de los padres de familia en la elaboración de todos los
planes y contenidos educativos que en adelante serán aplicados a nivel nacional
y seccional.
Excelentísimo señor Presidente, este pedido que respetuosamente le hacemos es justo y, como
tal, debe ser atendido por las autoridades públicas con la probidad y urgencia debidas. El
presente manifiesto es fruto, en original instancia, del amor patriótico que el
cristiano pueblo ecuatoriano profesa a esta nación dulce y ampliamente mariana,
como lo atestiguan sus portentosas advocaciones del Quinche, de El Buen Suceso,
de las Mercedes, del Cisne, de La Dolorosa del Colegio, del Carmen, de la
Natividad del Huayco, por mencionar solo algunas–; es fruto del amor a la nación que llegó a tan altas cimas morales
y materiales de la mano del gran presidente y estadista católico don Gabriel
García Moreno, y que tiene la honra singular de haber sido ¡la primera en el
mundo consagrada al Divino Corazón de
Jesús!
En medio de los días funestos que atraviesa la Civilización católica,
invoquemos a la Santísima Virgen, como Madre de El Buen Suceso, para que
apresure el camino de luz que nos conduzca, a través de las tinieblas, a su
Divino y Adorado Hijo.
¡Oh! Madre de El Buen Suceso
¡Salvad a vuestro Ecuador Católico!